Señor: tu también tienes una Madre.
La tuya está en el cielo.
Es María, pero en algún tiempo
estuvo en la tierra.
Ayúdanos. pues, a pedir por
nuestras madres,
aunque tu no necesitas pedir por la tuya. Ellas -nuestras madres-
siempre están pidiendo por nosotros.
Justo es que nosotros alguna vez
pidamos por ellas.
De las madres se han dicho cosas bellísimas. Todas se las merecen ellas.
Ojalá nunca pudiera decirse
nada malo de las madres.
Sin embargo..., y para que no se diga.
Señor. concédenos madres
que sepan cuál es el fin principal de ellas:
la maternidad.
Que jamás traicionen esa misión tan maravillosa.
Concédenos madres
que sepan amar a sus hijos
con amor intenso, con amor cristiano.
El amor de instinto no basta.
Que amen a Dios en sus hijos.
Que todo su amor sea
para encaminarlos a Él.
Con amor que lleve hasta el sacrificio.
La madre debe ser toda para sus hijos.
Que críen a sus hijos
con esmero y delicadeza,
y que sean ellas quienes
los eduquen directamente.
Haz, Señor, que el modelo de nuestras
madres sea tu Madre bendita.
Que la protectora de nuestras madres
sea ella, Maria.
Que a ella acudan en sus afanes.
Que a ella imiten en sus acciones.
Ella, Maria, tu Madre -
también nuestra Madre-
siguió todos tus pasos,
sin dejar un instante de manifestar..
Madre.
Así necesitamos a nuestras madres:
¡siempre madres!
Señor, haz que así sean ellas. Amén.
2011116 visitantes ¡Dios te bendiga!
Jesús Vive
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